samedi 7 novembre 2009

Nostalgias indecibles







El primer día del fin del mundo
no fue frío, no hubo tristeza

Aquella sombra marchaba para estrellarse en el horizonte moribundo.

No se oyeron llantos rajando el eco mudo del viento.
Lo que sobró de los mares del mundo no fueron lagrimas.
Tampoco hubo calor aquella noche.
En los eructos minerales de las cimas no se vio pasión.
Las aves murieron sin símbolo, sin metáfora y sin sentido.
Murieron en vuelo. Las flores se marchitaron en silencio,
como suelen y saben morir las flores.

Y la sombra se desvanecía sin desaparecer.

No hubo dioses para mirar el ultimo día del mundo.
Tampoco hubo tragedias, miradas afónicas,
náufragos baldíos y esperanzados.
En el suelo inerte e infecundo no quedó rencor
ni odio en el ultimo día del mundo

Ella se fue ahogándose en el mar enfurecido

Tal vez sobrevivieron las nostalgias indecibles en el éter vagabundo

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